En muchas casas —y también en muchas vidas— hay una “baulera” donde se guardan deseos aplazados. A veces, ni siquiera sabemos dónde dejamos la llave.
Este artículo está dedicado a todas esas mujeres que, después de los 40, sienten el llamado de un anhelo postergado: retomar los estudios o iniciar una carrera que siempre desearon.
El peso de los mandatos familiares y sociales
Persiste aún un estereotipo: el de la mujer que se entrega por completo a su familia, pero deja sus propios sueños en pausa. Madres, esposas, hijas cuidadoras... con agendas saturadas y emociones cargadas, muchas veces postergan su desarrollo personal y profesional.
Así, sin darse cuenta, guardan sus deseos en esa baulera simbólica, en el subsuelo de la vida cotidiana. Saben que hay algo pendiente, pero no recuerdan dónde dejaron la llave.
Cuando el deseo reaparece
Hoy, muchas mujeres se permiten mirar hacia adentro. Algunas planifican con estrategia: quién lleva a los chicos, quién cocina, cómo reorganizar horarios. Otras sienten miedo: al juicio ajeno, al desorden en la rutina familiar o a ser vistas como egoístas.
Pero hay un momento de claridad. Y en ese instante, con decisión y sin culpa, simplemente dicen:
Quiero estudiar. Y esta vez, lo voy a hacer.”